domingo, 18 de febrero de 2001

"Ahora, él ya sabe lo que tiene que saber" (La Nación)

Mariana Pérez terminó de reconstruir su propia historia

Tiene 23 años y la risa fácil. Sus padres están desaparecidos desde 1978: su papá, José Manuel Pérez Rojo fue secuestrado el 6 de octubre de la librería que tenía en Martínez. El mismo día se llevaron de su casa a su mujer, Patricia Julia Roisinblit, embarazada de 8 meses. Le faltaban 4 materias para recibirse de médica. Había conocido a José en 1975, mientras militaban en Montoneros. Su hija, de 15 meses, fue dejada en la casa de José Manuel y Argentina, sus abuelos paternos, donde creció.Mariana Eva Pérez habla suave pero firme, con la tranquilidad de las causas justas.
En 1981, Rosa Roisinblit, actual vicepresidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, viajó a Ginebra, donde ex detenidos sobrevivientes de la Escuela de Mecánica de la Armada le dieron certezas del nacimiento de su nieto: Patricia había tenido un varón el 15 de noviembre de 1978 y lo había llamado Rodolfo.
Mariana, entre sus abuelas, Argentina Rojo de Pérez (izq.) y Rosa Roisinblit
Mariana, entre sus abuelas, Argentina Rojo de Pérez (izq.) y Rosa Roisinblit. Foto: Marcelo Gómez
"No puedo decir que hubo un momento en el que me enteré. Creo que lo supe desde siempre, que mis padres estaban desaparecidos y que tenía un hermano al que había que buscar. Cuando era chica se lo contaba a todo el mundo, todos los sabían, en mi barrio, en el colegio. Lo tomaba con una naturalidad que hoy me asusta."
Mariana estudió perito mercantil en el Colegio Carlos Pellegrini. Quería ser contadora, pero apenas duró dos semanas
en la Facultad de Ciencias Económicas. Ahora está en la mitad de la carrera de Ciencias Políticas, en la UBA, y trabaja en Abuelas de Plaza de Mayo.
A fines de los 80, Abuelas de Plaza de Mayo encontró a muchos chicos que fueron restituidos a sus familias de origen. El 27 de abril del año último, Mariana vio por primera vez lo que los análisis confirmarían que era su hermano. Estaba en el patio de comidas de un shopping donde trabaja. "Es bocón como yo, como era mi papá -ríe-. Mi papá de chiquita me decía Buzoncito y a él también lo podría haber llamado así. Esta boca es una marca de familia".
"Yo sólo había ido a mirarlo, a ver cómo era, nada más. Es cierto que lo que hice no es la forma habitual en la que trabajan las Abuelas. Pero yo sólo quería verlo."Fue a verlo y le dejó una carta en la que escribió su historia: soy Mariana Pérez, mis padres están desaparecidos, busco a mi hermano nacido en cautiverio. Le explicaba que en la sede de Abuelas se habían recibido denuncias sobre él. "Si tenés dudas sobre tu identidad y querés venir, te espero", terminaba.
Las denuncias decían que Francisco Gómez y su esposa Teodora Jofré se habían apropiado del hijo de una detenida desaparecida de entre 25 y 27 años, estudiante de medicina, detenida por la Fuerza Aérea y que había tenido a su bebé en la ESMA en noviembre del 78.
-¿Qué te imaginabas?
-Mi peor fantasía era que me odiara, que pensara que nuestros viejos eran unos asesinos y que no quisiera saber nada con las abuelas. Pero pudimos conversar de muchas cosas, tuvimos un enganche instantáneo. No importa lo que él diga ahora o lo que esta gente intenta que crea. Yo tuve con él otras conversaciones. Está pasando por un momento muy difícil. Sé que sabe y acepta que forma parte de esta familia. Pienso qué distintas hubieran sido las cosas si lo hubieran devuelto como lo hicieron conmigo: me siento una privilegiada porque me devolvieron a mi familia, me crié sabiendo la verdad y tuve toda la vida para acostumbrarme al dolor. No es que duela menos, pero estoy familiarizada. Sé por qué me bajoneo, sé cuando estoy triste a qué se debe. Identifico cuando tiene que ver con mis papás, con su ausencia, con querer hablar con ellos y no poder.
-¿Suponés que va a pasar mucho tiempo hasta que tu hermano pueda o quiera aceptar la historia?
-No sé, depende de demasiadas cosas. Ya sabe todo lo que tiene que saber, quiénes fueron sus padres, que no creció con ellos porque los hicieron desaparecer y que quienes los hicieron desaparecer fueron la misma gente entre los que se crió.
-¿Qué sabés de tus padres?
-No me acuerdo nada de ellos. Lo que sé lo reconstruí a pedacitos, hablando con amigos, ex compañeros de militancia, con la familia. Cuando era chica, todas las mañanas mi abuelo me hacía upa y me mostraba unas fotos que estaban debajo de un vidrio, en un aparador del comedor. Y me decía: "Este es tu papá, esta es tu mamá" para que no me olvidara. Me contaron que mi papá era muy pintón y mi mamá, muy divertida y un poco despistada. Militaban en Montoneros en la zona oeste. Tengo una necesidad muy grande de saber cosas de mis viejos. Quizá si estuvieran vivos no les daría bola, les diría "ufa, otra vez con el cuento de los 70" (ríe).
Mariana no volvió a hablar con su hermano desde que la jueza María Romilda Servini de Cubría dispuso la detención de Francisco Gómez.
En 1979, Rosa inició una causa por privación ilegítima de la libertad por su hija Patricia. La tipificación del delito es sustracción, retención y ocultamiento de menor y falsedad ideológica de documento público.
"Mi hermano sabía que Gómez podía quedar preso, lo sabía antes de saber los resultados de los análisis. Si hay una causa penal abierta para encontrarlo, cuando se lo identifica hay que notificar a la Justicia, no hay otra posibilidad. El cree que tiene la opción de ser Gómez o ser Pérez. No es así, él es quien es. Teodora Jofré y Francisco Gómez nunca tuvieron un hijo, mintieron, anotaron como propio un hijo de otros, el hijo de mis padres. Es duro pero es así. No se trata de pensar si la verdad le duele o no, las leyes no son negociables. Gómez confesó su delito y por eso quedó preso."
-Todo esto debe ser muy duro para tu hermano.
-Sí. Entiendo que está sufriendo, que quiere a Gómez, que fue durante mucho tiempo su papá y que le da pena que esté preso. Sería muy bruta o muy estúpida si no entendiera esto. Debe sentir que los traicionó, que Gómez está preso porque él se hizo el análisis. No es así. Está preso porque anotó como propio un hijo que no lo era y eso es delito. ¿Cómo mi hermano no iba a tener derecho a saber la verdad sobre sí mismo? No se puede culpar por eso.
Josefina Giglio

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